El hombre moderno está siempre persiguiendo algo. Las prisas y la ansiedad resultante nos acompañan cada día. El estrés afecta negativamente a nuestra psique y al estado físico de nuestro cuerpo.

Entonces, ¿puede el movimiento y movilizarnos para realizar una actividad regular reducir la tensión que nos acompaña cada día?

Existe la creencia generalizada de que el ejercicio sistemático no sólo mejora nuestra forma física, sino que también tiene un efecto positivo en la resistencia de nuestro organismo, aumenta los recursos energéticos del cuerpo y, lo que es muy importante, también mejora nuestro estado de ánimo y aporta relajación. No todo el mundo es consciente de que la actividad física también afecta a nuestro rendimiento mental. Es un hecho bien conocido que la eficacia del aprendizaje mejora significativamente si el proceso de aprendizaje se intercala con ejercicio físico, que no sólo libera al cuerpo de la tensión, sino que también estimula a nuestro cerebro a trabajar más.

Las investigaciones demuestran que, bajo la influencia de la estimulación y la actividad física regular, nuestro cerebro también se activa.

En diversos tipos de terapia se utilizan determinados ejercicios físicos que tienen un efecto beneficioso sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Los niños que hacen ejercicio físico de forma activa y regular obtienen mejores resultados en las pruebas de memoria y el proceso de memorización les resulta rápido y fácil. El ejercicio físico tiene un efecto muy positivo en nuestro estado de ánimo y bienestar.

Algunos ejercicios específicos se utilizan con niños que tienen problemas de concentración, con hiperactividad, dislexia y otras disfunciones y problemas específicos de aprendizaje. Es interesante mencionar que algunos de los ejercicios de estimulación cerebral según, por ejemplo, el método Dennison, también pueden ser utilizados por algunos deportistas. Es interesante mencionar que algunos de los ejercicios de estimulación cerebral, por ejemplo según el método Dennison, también pueden ser utilizados por algunos deportistas, a los que se exige reaccionar muy rápidamente ante situaciones cambiantes, por ejemplo los pilotos de carreras.

Merece la pena mencionar aquí los métodos muy eficaces que se utilizan principalmente con niños diagnosticados con problemas específicos de aprendizaje o de comportamiento, por ejemplo, el método de Dennison, el método de Movimiento del Desarrollo de Veronica Sherborne, la Integración Sensorial.

El Dr. Paul Dennison es el creador del llamado método de la kinesiología educativa. Se trata de un método sencillo y eficaz que favorece el desarrollo natural de los niños, pero que también pueden utilizar los adultos. Su principal tarea es integrar pensamientos y acciones, es decir, la interacción de mente y cuerpo. La kinesiología educativa es cada vez más popular en el tratamiento de niños con dificultades específicas de aprendizaje de la lectura y la escritura. El método funciona bien con niños disléxicos, con disgrafía y otros problemas escolares, así como con diversos tipos de disfunciones causadas por distintos defectos del desarrollo. Este método único y universal tiene un impacto muy amplio:

  1. Ayuda a superar el estrés y la tensión.
  2. Nos permite comunicarnos más fácilmente con otras personas.
  3. Supera las dificultades causadas por la dislexia, la disgrafía y la disortografía.

Yo misma, hace casi veinte años, al enfrentarme a los problemas que le diagnosticaron a mi hijo, me interesé por estos métodos. Conseguí completar un breve curso en la guardería a la que asistía mi hijo, donde aprendí los fundamentos del método. Estas experiencias se convirtieron en el comienzo de una fascinación y un interés más profundo por los efectos del movimiento y los distintos tipos de estimulación a través del movimiento sobre el trabajo de nuestro cerebro.

Método Veronica Sherborne – el principio fundamental de este método es el desarrollo integral del niño a través del movimiento, una mayor conciencia de su propio cuerpo, sus posibilidades y limitaciones, así como la mejora de las habilidades motrices. Trabajando con el niño mediante este método, el niño aprende a distinguir el espacio a su alrededor, a compartir el espacio con los demás y el método también le ayuda a establecer mejores contactos con otras personas. El niño empieza a sentirse seguro en el espacio que le rodea y entre las personas con las que se ejercita. Estos ejercicios suelen hacerse en presencia de un cuidador, un adulto.

Personalmente, empecé la terapia de mi hijo con este método. Recuerdo haber hecho varios ejercicios con él y cómo, al cabo de un tiempo, noté claramente cambios en su comportamiento, más apertura, valentía y toma de iniciativa.

Integración sensorial – en general, nuestro cerebro, al recoger información del entorno con todos los sentidos (vista, oído, tacto, equilibrio, sensación de movimiento – kinesia), reconoce, diferencia e interpreta esta información y la integra con experiencias anteriores. Sobre esta base, el cerebro crea respuestas. Curiosamente, la integración sensorial comienza ya en el periodo fetal y continúa hasta alrededor de los siete años. Ciertos obstáculos al desarrollo de determinadas habilidades pueden provocar ciertas dificultades o trastornos de comportamiento en el niño.

La terapia de integración sensorial sólo puede llevarla a cabo un terapeuta titulado tras un diagnóstico y una entrevista exhaustivos del niño.

Personalmente, realicé un curso de nivel 1 en este método, mi falta de formación pedagógica no me permitió continuar mi formación y convertirme en terapeuta, pero los conocimientos cognitivos básicos de este método que recibí me resultaron muy valiosos.

Así, podemos ver que la estimulación mediante el movimiento no sólo puede ayudarnos a mantener un mejor estado psicofísico, sino que también puede formar parte de la terapia.

Hoy en día, hay muchos más conocimientos y acceso a distintos tipos de terapia para niños diagnosticados con problemas de aprendizaje o de conducta que en la época en que yo luchaba contra este tipo de problema en mi hijo. Sin embargo, sé que es importante no rendirse y buscar conocimientos y oportunidades de ayuda.

Si cuidamos nuestra actividad física regular a una edad temprana e intentamos mantener y estimular constantemente nuestro cuerpo mediante el ejercicio regular, sin duda nos ganaremos la buena condición física de nuestro cuerpo y nuestra mente en la vejez.

Bajo la influencia del ejercicio físico, se segregan las hormonas de la felicidad o endorfinas.

Así, el ejercicio regular no sólo mejora el estado de ánimo y reduce el estrés, sino que también reduce el riesgo de muchas enfermedades consideradas propias de la civilización, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes de tipo II, la osteoporosis, y previene la demencia senil y ralentiza el proceso de envejecimiento de nuestro organismo.

El ejercicio estimula la producción de serotonina y dopamina, esto provoca una notable mejora en el estado de ánimo de la persona que hace ejercicio, nos sentimos tranquilos y felices.

El ejercicio regular tiene un efecto directo sobre nosotros, pensamos con más claridad, somos más creativos, realizamos las actividades necesarias con más rapidez y eficacia. En general, la actividad física nos proporciona beneficios tangibles para nuestro cuerpo y nuestra mente, tiene un efecto positivo en nuestro rendimiento intelectual, pero también nos hace mucho más capaces de soportar la tensión nerviosa y afrontar mejor las situaciones de estrés grave.

Cada persona debe encontrar el tipo de actividad física que más le convenga, que se adapte a su personalidad y, por supuesto, a su salud. Si ya padeces alguna enfermedad cardiovascular o musculoesquelética, merece la pena que consultes a tu médico para saber si el tipo de actividad física que has elegido es adecuado para tu salud. También debemos tener en cuenta nuestra edad y forma física al planificar nuestros ejercicios. No es raro que tengamos una condición física mucho mejor que la media de las personas de nuestra edad, pero esto es algo que hay que ganarse.

Sin embargo, puede ocurrir lo contrario: una enfermedad o una lesión pueden impedirte practicar determinados deportes, y tienes que encontrar algo que se adapte a ti.

Los mejores ejercicios para nuestro organismo son los que oxigenan nuestro cuerpo, por ejemplo: nadar, correr, montar en bicicleta, caminar con bastones. Si tenemos la oportunidad, la actividad al aire libre es muy recomendable. Sin embargo, en otoño e invierno, o si por alguna razón no podemos hacer ejercicio al aire libre, la actividad física siempre es beneficiosa, incluso en interiores.

La danza merece una mayor atención, ya que no sólo tiene un impacto positivo en nuestra forma física, sino que también tiene un efecto terapéutico.

¿Cómo afecta el ejercicio físico al funcionamiento de nuestra mente?

Durante el movimiento, la actividad física, la sangre se oxigena mejor y distribuye el oxígeno y transporta los nutrientes por todo el cuerpo.

Como resultado, nuestro cerebro está mejor oxigenado, nuestros músculos funcionan, nuestras articulaciones funcionan.

El ejercicio es la mejor solución si queremos mejorar nuestro estado de ánimo.

En resumen, haciendo ejercicio mejoramos el estado de nuestro cuerpo, la eficacia de nuestra mente y también retrasamos el proceso de envejecimiento de nuestro cuerpo y cerebro.

Según estudios científicos, las personas físicamente activas son mucho menos propensas a las situaciones estresantes. El deporte y el ejercicio ayudan a aliviar la tensión del cuerpo de forma positiva, la producción de endorfinas tras el ejercicio tiene un efecto muy positivo en nuestro estado de ánimo, somos capaces de mirar los problemas de la vida cotidiana con más desapego y somos más optimistas sobre el futuro.

Adquirir el hábito de hacer ejercicio con regularidad también contribuye a mejorar nuestra forma física y el estado de nuestro cuerpo y mente en la vejez.